CAPÍTULO OCHO
Necesidades en la Terapia Regresiva en el Nivel Cuatro
a: Claridad
Los seres humanos están extremadamente contaminados en su capacidad de ver claro y, por tanto, están igualmente contaminados en su capacidad de intervenir.
La defensa humana, la que vemos continuamente en el trabajo, parecería sugerir que la personalidad es una construcción basada en el terror. Parece que estamos tan aterrorizados que no dejaremos de existir. No podemos tolerar ningún desafío de nuestro sistema de creencia porque nos empuja hacia nuestro miedo de no-ser.
Si ustedes están en lo correcto y yo equivocado, mi sensación de estar equivocado pudiera empezar a propagarse y caería en un abismo de errores donde me desintegraría, me convertiría en nada y moriría. Algo fuera de nosotros puede desencadenar este tipo de terror en nosotros. En vez de sufrir el abismo de errores, nos defenderemos, no oiremos, deformaremos y mantendremos nuestra verdad a toda costa. Es este terror el que genera nuestras opiniones y nos hace neutralizar las opiniones de los demás. Es este terror el que provoca que los terapeutas importunen, con su sistema de creencia, el camino de los pacientes. De forma interesante es, entre otras cosas, nuestra personalidad que Zen Budismo trata de disolver con sus “insolubles” acertijos. Este es uno de los métodos que Zen utiliza en su viaje hacia la no-disposición.
Los terapeutas están tan contaminados como cualquier otra persona. Son, sin embargo, la defensa más perfecta del mundo. Tienen las defensas de saber. Es sorprenderte cómo muchos terapeutas saben y sin embargo, no parecen trabajar con sus pacientes en psicoterapia regresiva profunda. Lo que parece es que lo que saben es mantenerse a sí mismos seguros. Parecería que están aterrorizados. La contaminación del viaje de un paciente con el terror del terapeuta es continua, leve, invisible y completa. Lleva el nombre de “teoría psico-dinámica”.
Muchos terapeutas que se consideran “racionales” no pueden verdaderamente creer en la primera verdad del terapeuta; que la mente humana, si se le permitiera sentir, se curaría ella misma.
Ellos no pueden aceptar esta creencia básica. Por extraño que parezca, la capacidad de apartarse del trabajo profundo del paciente se basa en la doctrina de la no-disponibilidad. Esto quiere decir que mientras que los terapeutas crean profundamente en las técnicas que utilizan para abrir las puertas de la mente, una vez abiertas esas puertas, es muy importante que no inyecten sus propias creencia en el proceso. Deben esperar con expectación y sin interferencia. Sus propias mentes deben estar “vacías” de sus propios conflictos paras que puedan ser intuitivamente resonantes con el paciente. Si el terapeuta está lleno de conocimiento, él/ella van a interferir prácticamente con las conexiones que se presentan durante el proceso. La doctrina de la no-disponibilidad es un concepto budista que aparece en la psicoterapia occidental en la noción de Fritz Pearl del vacío fértil. No podemos ampliar más en este tema, excepto para decir que en el sentido del budismo, esta doctrina es casi una meta inalcanzable; en la terapia tiene más posibilidades.
La no-disponibilidad de un terapeuta descansa en que haya teñido al menos cuatro años de psicoterapia profunda como paciente (otra necesidad de hacer este trabajo). Cualquier terapeuta que no haya experimentado el Nivel Cuatro en sí mismo podría convertirse en una amenaza. Ese terapeuta no podría hacerse a un lado y permitir la re-experiencia. Esto es porque la conciencia humana está a medio camino entre su propio pasado y el mundo exterior. Demos un breve ejemplo: si, en mi infancia, más allá de la memoria de los recuerdos concientes, fui mordido por un perro, ese recuerdo, desconocido para mí, influirá en cómo mi mente conciente responde a un paciente que está hablando de perros. Digamos que el paciente desee poseer dos o tres perros e, inconscientemente le digo “¿no crees que un perro es suficiente?” Aunque pareciera que estoy siendo paciente centrado y generoso (acontecimiento del mundo exterior), lo que verdaderamente estoy haciendo es responder a lo que ha desencadenado un acontecimiento pasado desconocido. Si se cae en la cuenta de que nuestra infancia está más allá de la memoria consciente y que los recuerdos influencian la forma en que sentimos, pensar y responder a la gente diariamente, entonces está claro que las respuestas de los terapeutas a los pacientes están enormemente contaminadas.
La mayoría de la gente, cuando trata de escuchar, sólo oyen y responden a los temores que se despiertan en ellos.
Fuertes sentimientos también subvierten la claridad. Si me crían sin amor, mi necesidad de afecto puede afectar mi trabajo y puedo concentrarme demasiado en mi carestía afectiva o temer hacer frente a mis pacientes por temor a perder su afecto. Si soy criado en medio de una familia colérica, la cólera puede saturar mis objetivos terapéuticos. Cualquiera de los cientos de enfoques puede aparecer proveniente de un solo problema.
La mente es tremendamente flexible. Puede toma cualquier acontecimiento o una serie de ellos que impactan la mente y disfrazar su significado y la infinita cantidad de formas que defendemos contra ese impacto.
Los terapeutas oyen desde dentro de una matriz invisible de operaciones orientadas hacia la seguridad y acercan a los pacientes a sutiles entretejidas tendencias de sus defensas. Los terapeutas no lo saben, los pacientes tampoco, y de veras, a menudo no tienen ideas de cómo el terapeuta fue capaz de llegar al final del viaje terapéutico del paciente.
Cada vez que un paciente habla con un terapeuta, moviliza en nosotros respuestas que no son adecuadas en una terapia enfocada hacia el paciente. Lo que ellos movilizan (mundo externo) es nuestra actitud defensiva hacia cada problema que se presenta. Este problema se intensifica en la terapia regresiva porque nuestras defensas se activan muy rápido para manipular el material tan poderoso que un paciente en el Nivel Cuatro desencadena en él y en nosotros. Por ejemplo, si nosotros, como terapeutas, hemos tenido dificultades con un padre y no recordamos esas dificultades y estamos tratando a un paciente que se mantiene en el borde de un momento similar de dolor con su propio padre, toseremos en el momento equivocado, aclararemos la garganta, o haremos una supuesta sugerencia para mantener nuestros recuerdos escondidos. De estas forma, lo que está escondido en nosotros no permitirá que el material traumático emerja en nuestros pacientes.
Literalmente cada respuesta que damos, si no estamos concientes de este problema, proviene de cosas que están dentro de nosotros y que no recordamos. Y entonces, nuestros intentos de seguir siendo paciente centrado y permitir que emerjan procesos aterradores fallarán una y otra vez. Los terapeutas que desconocen este problema nunca producen suficiente congruencia enfática para llevar a los pacientes al Nivel Cuatro. Si lo hacen, el inconsciente de los terapeutas devolverá al paciente a un trabajo menos intenso.
Congruencia V:
Congruencia Terapeuta- Cliente
La Congruencia enfática del terapeuta con los problemas más profundos del paciente es la Congruencia Cinco, sin el cual la re-experimentación de un material doloroso anterior se bloqueará una y otra vez.
Ahora le estamos haciendo frente a una paradoja terapéutica. ¿Cómo el aterrorizado puede facilitar lo aterrorizado? ¿Cómo pueden los seres humanos contaminados facilitar seres humanos contaminados?
Lo primero y más importante es que el terapeuta pase por su propia terapia; mientras más profundice en la misma, más claro estará. Esta terapia, de al menos una vez por semana, deberá durar unos cuantos años.
El maestro Zen le pregunta a su monje si alguien entre ellos puede decir “una palabra verdadera”.
Ellos descubren, con rara excepción, que no pueden. El maestro Zen da a los monjes la tarea de disolver el sustituto simbólico que han colocado entre ellos y una experiencia directa del universo. La tarea de lograr una claridad fundamental, a veces haciendo referencia en cuanto a la Iluminación Súbita, o Satori, también será una meta para los terapeutas.
De hecho, nosotros los terapeutas, tenemos un viaje un tanto menor. Tenemos la tarea de oír con la mayor y descontaminada atención, lo que nos lleva al trabajo. El concepto de “una madre suficientemente buena” existe en la psiquiatría y nos garantiza que ninguna madre tiene que ser perfecta. El concepto de “un terapeuta suficientemente bueno” nos liberará de similares temores de que en nuestro trabajo tenemos que ser perfectos.
Podemos oír, sin embargo, con la cosa más cercana que podamos encontrar, la no-disponibilidad de Zen y permitir que las palabras de nuestros pacientes ocasionen un florecimiento en nosotros de respuestas verdaderamente resonantes de un paciente centrado. En nuestro viaje hacia la terapia descontaminada, las mejores de las técnicas es el planteamiento reflexivo rogeriano pues no contamina al paciente con el material del terapeuta, simplemente lo refleja.
NECESIDADES EN LA TERAPIA REGRESIVA AL NIVEL CUATRO
b: Terapia Reflexiva
A menudo se siente que a la terapia reflexiva le falta fuerza. De hecho, es la herramienta más poderosa de todas y la más pura. Reflejar el contenido de la discusión de alguien le da a la discusión un perfil contra la oscuridad y la confusión del dolor emocional. Por ejemplo, el comentario “parece que tenías problema cuando entraste a la consulta” traduce un miedo generalizado más específico y controlable. Señala con mayor claridad lo débilmente percibido. Completa el insight y permite que esta conexión avance.
Los sentimientos reflexivos confirman nuestro sentido de dónde proviene la fuerza en los momentos de disgusto. Por ejemplo, “lo odiaste cuando te hizo eso” muestra donde surge el sentimiento y a qué profundidad nos afecta un acontecimiento.
Las ideas de toda una vida sobre la reflexión muestran cómo hemos sido atrapados en otras ideas similares una y otra vez durante años. Por ejemplo “cada vez que una mujer te pide algo, tu terminas la relación”.
El terapeuta aprende a reflejar el material que descansará en los límites de lo que los pacientes pueden sentir una vez que lo oyen. Reflejar más profundamente que eso hace mella, pierde los sentimientos y hace que el movimiento terapéutico se detenga
Esta capacidad de ensanchar el círculo de la conciencia del paciente reflejando ligeramente más allá de lo que ellos saben, pero todavía dentro de lo que puedan sentir una vez que lo oyen, es el núcleo del arte facultativo del terapeuta. En resumen, si no pueden sentirlo, la información no sirve para nada.
Por ejemplo, “cada vez que has tenido un jefe problemático, has abandonado el trabajo de rabia” es algo que el paciente puede oír y sentir. Mientras que “la rabia constante de tu padre contigo cuando eras pequeño te hace abandonar el trabajo cada vez que tienes un problema con tu jefe” puede ser totalmente verdad, pero no se puede sentir y, por lo tanto, es un comentario que no facilita el crecimiento.
NECESIDADES EN LA TERAPIA REGRESIVA DEL NIVEL CUATRO.
c: Escucha resonante
Este es un tipo de postura auditiva donde, como terapeutas, podemos centrar nuestra conciencia en nuestros pacientes de forma tan profunda que nuestros problemas desaparecen y surge un nuevo fenómeno: el de la resonancia.
La resonancia ocurre en el terapeuta en momentos de intensa y clara escucha. Esta intensidad produce un tipo de estado meditativo. En este estado, somos congruentes con los pacientes cuyos problemas y discusiones desencadenan en nosotros un similar grupo de conexiones. De hecho, nuestro inconsciente empieza a resonar con la de los pacientes produciendo planteamientos reflexivos por parte nuestra que se convierten en material casi telepático en ellos, material que yace bien por debajo de la conciencia del paciente. Por ejemplo, una mujer le ha estado diciendo a un terapeuta durante veinte minutos lo decepcionada que está de la vida. Él le responde, sin pensar, con una metáfora, “desde que dejaste el castillo, simplemente las cosas no te han ido de la misma forma.” Con los ojos bien abiertos, ella le dice con voz sorprendida que, en toda su infancia, ella jugó un juego que llamó la princesa en el castillo.
Esta escucha meditativa se acerca al fenómeno Zen de no-disponibilidad. Esta es una capacidad de captar el mundo sin la contaminación de la filtración de la mente y procesos simbólicos. Es un fenómeno de no-disponibilidad y resonancia en una escucha del terapeuta que constituye la Quinta Congruencia de la psicoterapia profunda del Nivel Cuatro.
Sin entendimiento enfático continuo, la congruencia falla e inmediatamente la terapia también.
La exactitud de estas reflexiones siempre se confirma mediante el sentido de lo correcto del paciente. Cuando el terapeuta está equivocado, el paciente enseguida se da cuenta y el momento enfático se desmorona. La terapia es un proceso en curso, que se auto corrige y que flaquea en medio de la inexactitud del terapeuta. Esta capacidad de reflejar al paciente lo que ellos están diciendo en los Niveles Uno hasta el Cuatro cuando, y sólo cuando, el paciente está listo para escucharlo, profundiza tremendamente la relación de comunicación y permite que cada cosa conduzca a la siguiente. Cuando añadimos a esto una orientación corporal y sentimental, asegurando que el paciente nunca se aleje muy lejos de esto, cada hora se hace más profunda que la hora anterior.
d: Más allá de la neutralidad del terapeuta
El camino para una terapia profunda óptima está pavimentado con paradojas aparentes. Ahora nos encontramos con una paradoja que ha paralizado la psicoterapia por más de cien años. Por una parte, he dicho que la claridad del terapeuta y la carencia de contaminación de los procesos del paciente son primarias. Por la otra, he demostrado un grado de participación en la práctica de la terapia que, en cualquier nivel, parecería intolerable. Esta paradoja se resuelve cuando entendemos la doble naturaleza de la psicoterapia.
1- La terapia como aspecto orientado hacia el conocimiento, re-experimentación.
Ayudar a un paciente a sacar las conexiones del inconsciente y las experiencias a la superficie requiere el toque ligero de planteamientos reflexivos absolutamente claros. En la medida en que el material emerge, si está continuamente fundamentado en sentimientos y estados corporales, el paisaje regresivo del que hablamos anteriormente, es una consecuencia natural. La esencia de este proceso es la aparición del uno después del otro. Esta delicada cadena de correcciones entre los fenómenos internos sólo puede empezar a aparecer si el proceso en el paciente no está descarrilado por la intromisión del terapeuta. Es en esta zona de la psicoterapia que la carencia de contaminación es esencial para seguir adelante. Cuando la presencia del terapeuta deja de ser resonante y congruente, la terapia falla. Y es este fallo del terapeuta la mayor garantía contra la catástrofe ya que no permite que la terapia alcance una profundidad real.
2- Terapia en calidad de re-crianza con tacto, abrazo e intercambio personal.
Los niños crecen en medio de la presencia de la textura paterna. Imaginemos por un momento a niño criado por una máquina , un robot y programación de video. Imaginemos por un momento un niño tratando de abrazar y relacionarse con una máquina.
Esto sería horrendo. Imaginemos el sistema nervioso central humano y el desdoblamiento corporal, en medio de continuo tacto y presencia de los padres, con toda la textura buena y mala que esto proporciona. Textura y crecimiento sano son sinónimos.
En la psicoterapia regresiva profunda del Nivel Cuatro, cuando nosotros como terapeutas reencontramos a un niño, debemos aportar textura, lo que significa muy a menudo abrazo y tacto para alimentar, abrazo y tacto para contener la dolorosa reexperiencia, y abrazo y tacto para facilitar la aparición de los problemas de la infancia. Esta textura proporciona la base física para el recrecimiento.
¿Cómo podemos dar a este nivel físico un claro y servicial contacto facultativo? He descubierto a través de ensayo y error que mientras haya una terapia verbal con paciente centrado, hay terapia física con paciente centrado.
El tacto y el abrazo son dos humanas respuestas enfáticas naturales. La dificultad es saber cuándo estas respuestas facilitan y cuándo bloquean el crecimiento. Abrazar puede promover una reexperiencia o puede abrazar los sentimientos del paciente deteniendo el trabajo terapéutico.
Un hombre de mediana edad descansa en mi consulta y ha dejado atrás el presente. Ha vuelto a ser un niño que regresa a casa después de un día en la escuela.
Descubre sangre el piso. Moviéndose como si tuviera una pesadilla, sigue la huella de la sangre de una habitación a otra. Encuentra a su padre, con las venas cortadas, en un sofá, la sangre todavía le sale de sus venas formando un charco en el piso.
El niño en el pasado y el hombre en la habitación empiezan a gritar. Finalmente, el hombre se sienta para romper el contacto con su infancia. Lo rodeo con mis brazos y lo abrazo.
¿He acaso reaccionado muy pronto o demasiado tarde? ¿Estoy respondiendo a mi horror con el suyo? ¿Estoy bloqueando su crecimiento? ¿Lo estoy facilitando? ¿Estoy conteniendo un ego destrozado? ¿Estoy cuidando un niño destrozado que se refugia en su vida de alcohólico? ¿Soy un paciente centrado o estoy actuando? ¿Cómo puedo saber la respuesta a todo esto?
La respuesta es que el trabajo terapéutico tiene una vida, una textura, avanza por sí sola, lo cual es perceptible por parte del terapeuta. La percepción descansa en el corazón de la experiencia clínica, la cual puede enseñar cuando tocar y cuando no hacerlo. Este conocimiento es lo más difícil de explicar, pero existen algunas directrices.
Primeramente, esto de tocar y abrazar se puede discutir abiertamente con los pacientes al principio de la terapia profunda.
Yo pudiera decir, por ejemplo que a veces la gente necesita ser abrazado cuando están reexperimentando un dolor de la infancia y que el paciente puede solicitar contacto físico si lo necesita. De hecho, la mayoría de la gente son propensos a hacer solicitudes como éstas. Por lo tanto, de vez en cuando, en momentos de dolor, preguntaré al paciente si desea ser abrazado. Hay personas que no saben lo que necesitan, pero durante el dolor que experimentan en la terapia buscarán mi mano. Muchas personas no dejan que el dolor salga a la superficie al menos que exista alguna conexión física.
Al final no hay sustitución para la intuición y se necesitará el coraje de ofrecer lo que uno intuye aunque se cometa un error.
Como muchos problemas en la terapia, la buena voluntad, la atención y la confianza por ambas partes verán los procesos terapéuticos mediante un momento potencialmente difícil.
Un terapeuta debe ser capaz de resistir la ambigüedad y confusión de una naturaleza intensa. Recordarán cómo el hombre hacía muecas semanas tras semanas sin solucionar un insight. Si esas semanas de extraña conducta, independientemente de mi ansiedad, me hubiera hecho proponer alguna verdad teórica tranquilizante, este viaje se hubiese bloqueado. Si hubiese confundido la conducta del paciente, independientemente de mi ansiedad, con una dudosa psicosis, hubiese podido prescribirle tranquilizantes para calmarme a mí mismo y desbaratar totalmente su terapia.
Por otra parte, otro paciente profundo empezó a pensar que la gente podría, en realidad, leer su mente. En este caso le di un medicamento anti-sicótico para evitar una crisis nerviosa paranoide-esquizofrénica grave. Entender estas diferencias es parte de cualquier adiestramiento psiquiátrico.
Que el paciente reconociera que esas muecas eran una necesidad corporal no-psicótica, nos permitió finalmente darnos cuenta cabal de su insight.
* * *
Los terapeutas deben, con criterio, intercambiar opiniones entre ellos. Estamos en la misma situación que los padres de un niño; el intercambio crea textura y el espaldar del niño que hay dentro del paciente, crece. Además, cuando nuestros pacientes intuyen que nos estamos desviando de la honestidad absoluta y de la exactitud, debemos estar listos para verificar su sensibilidad creciente.
Naturalmente, todo esto está sujeto al buen sentido, diplomacia y al paciente centrado.
Existe una diferencia entre información que estimula la dependencia y la información que apoya el crecimiento. Existe una diferencia entre información basada en la arrogancia del terapeuta y la información que lleva un sentimiento intrínsecamente sano. Una vez más, la experiencia, la dedicación para catalizar el crecimiento y una sensación de equilibrio son necesaria en este terreno
-¿Cómo estoy reaccionando en mi terapia?
-¿Me está preguntando cómo se siente?
-No, quiero saber si usted cree que mejoro.
-¿ Me esta usted preguntando cómo usted se siente?
- Creo que sí
- No puedo decirle cómo usted se siente- pregúntate a ti mismo
- Bueno, me siento mejor que hace seis meses
-Entonces, cómo le va con su terapia?
- Espero que mejor
* * *
- Últimamente me he sentido malísimamente mal. ¿Es normal que la gente se sienta cada vez peor con este tipo de terapia?
- Sí
- Estoy seguro que últimamente se ha sentido usted muy, muy deprimido.
- En medio de esa depresión, ¿tiene usted la sensación de que está sacando mucha “basura”fuera de usted, la cual ha tenido dentro desde hace mucho tiempo?
- Bueno sí, siento como si me estuvieran dando cosas que no he experimentado antes, pero no me hace daño. Si me deprimo demasiado, ¿podemos tomar algún medicamento?
- Si vamos más allá de lo que te permite el cuerpo y seguimos siendo funcionales, seguramente podemos calmar las cosas y mejorar tu humor con medicamentos.
- ¿Y cómo puedo saber si los necesito?
-Hay señales, tales como pérdida de peso, sueño y cansancio, así como mucho miedo. Nos mantendremos alerta.
* * *
- ¿Alguna vez te has sentido tan mal que has querido morirte?
-Sí
-Y, ¿qué hiciste?
- Acostarme y concentrarme en mis sentimientos. Repetir una y otra vez estas palabras “quiero morir”. Repetí varias veces esas palabras hasta que finalmente el deseo de morir desaparece.
- Entonces, ¿no tuviste más problemas con el suicidio?
- A veces pienso en él, pero si estoy muy estresado y, cuando sucede, utilizo esta técnica y el sentimiento de querer morir desaparece de nuevo.
- Entonces, ¿la vida también ha sido para ti una lucha?
-Sí, es una lucha para todos los seres humanos sensibles
No hay reglas para saber cuándo y cómo intercambiar. Mi terapeuta solía decir “no hagas participe de tus problemas a tus pacientes y no dediques mucho tiempo defendiéndote,”
Si se me pregunta algo sobre mi vida desde dentro de un espíritu de cura y, con buena voluntad, responderé a veces desde dentro de mí. Esto es parte de la textura de la re-crianza de los hijos, proporciona una conexión de relación con el paciente. Intercambiar es análogo a la presencia física, es un apoyo. El hambre de la neutralidad psicoanalítica se evita de forma activa, aunque el silencio sea todavía uno de nuestras herramientas principales. Los pacientes necesitan nuestra humanidad y ella, si se brinda con cuidado, no tiene que distorsionar su propio sentido del self.
Por ejemplo, en mi práctica yo cuento anécdotas de mi vida cuando creo que son verdaderamente apropiadas. En una situación orientada hacia el crecimiento, estas anécdotas son aceptadas como contribuciones genuinas para la terapia.
NECESIDADES EN LA TERAPIA REGRESIVA DEL NIVEL CUATRO.
e: Creencia terapeuta en el sentimiento
El terapeuta debe creer en la paradoja central de la terapia orientada hacia el sentimiento, que si vamos al centro de los sentimientos más dolorosos y difíciles, no importa a donde conduzcan, y reexperimentamos sus penas y horrores, gradualmente nos aliviaremos y curaremos.
En raras ocasiones la terapia es sencilla y, por lo general, conlleva meses y años sacar a la superficie nuestras experiencias. E incluso, después que lo logramos, se deben repetir muchas veces, a menudo, secuencias individuales de crecimiento.
Para que el paciente, por naturaleza propia, desee intercambiar más y más, se construyen niveles de confianzas y se consiguen impulsos. La honestidad con el terapeuta y con uno mismo se convierte en una meta vehemente, eliminando la falsedad de toda una vida.
Existen otras necesidades en la práctica de la psicoterapia al Nivel Cuatro, algunas de ellas son las siguientes:
- el terapeuta debe ser afectuoso. La excelencia técnica no es suficiente ni buen compañero para una infancia dañada.
- El terapeuta debe ser curioso y tener gran energía para explorar lo desconocido, pero esto nunca debe conducir a una aplicación hiper entusiasta de las técnicas
- El terapeuta debe tener mano suave, pero firme al definirse frente a las necesidades del paciente.
Mientras más años dedico a las profundidades de la mente, más me doy cuenta que las cosas se esconden en lo desconocido, en un lugar desde donde aparecen todos los procesos del universo. El caso es que no sé, en ningún momento dado, qué pasará luego y, para parafrasear a Alan Watts, un famoso pensador del siglo XX “siempre estoy rodeado por penumbras y limitado en mi primordial capacidad de ver.” Frente a ello, observo y confío. Después de 25 años y 32 000 horas de experiencia, he logrado, en cierto sentido, sentirme cómodo frente a lo desconocido que se resuelve de una forma o de otra.
Los principios se mantienen firmes. Cuando le quitamos sus escombros a la mente y ofrecemos confort, la cura casi siempre aparece.
NECESIDADES EN LA TERAPIA REGRESIVA EN EL NIVEL CUATRO.
f: Cualidades requeridas en el paciente
La capacidad de mantenerse dentro de un sentimiento y experimentarlo sin actuar sobre él, es el requerimiento más necesario para cualquiera que esté en una psicoterapia regresiva profunda. Algunos están dotados de esta capacidad; otros pueden aprenderla; muchos, sin embargo, simplemente no pueden tolerarla sin confundir la diferencia entre sentir un sentimiento y actuar sobre el mismo.
Cuando un daño en la infancia ha llenado el contenedor del ego con demasiado material caótico y cuando este daño ha debilitado demasiado al contenedor en sí, surgen a veces fuertes sentimientos para actuar sobre ellos con el fin de evitar la tensión abrumadora de una personalidad que se desintegra.
La vida nos enseña a neutralizar sentimientos desagradables haciendo algo al respecto. El “hacer” mundano se opone al “hacer” de la terapia profunda.
En el “hacer” mundano, si tenemos hambre, comemos; si estamos enfadados, nos herimos; de necesitarlo, buscamos gratificación.
En el “hacer” de la terapia profunda, nos acostamos y sentimos. Los sentimientos nos trae insight; y el insight nos aclara; esta claridad nos da equilibrio, y todo esto conduce a la aparición de un nuevo yo orgánico.
El yo orgánico lucha al hacer. El yo orgánico responde de forma espontánea e integral a estímulos internos y externos de forma armoniosa y sin esfuerzos. El yo orgánico no se esfuerza ni lucha para controlarse. Simplemente se mueve y tiene su ser en el núcleo de un cerebro libre de conflicto que se auto equilibra de forma automática.
A menudo, los pacientes preguntan “pero, ¿qué tengo que hacer?” La respuesta es que no hay nada que hacer, excepto el trabajo interior de la terapia. El “hacer” en el aspecto mundano llegará con naturalidad si se realiza un trabajo de interioridad en el colchón.
Por ejemplo, en el mundo tenemos clases de adiestramiento de reafirmación personal que enseña técnicas de la auto-definición. Se nos enseña qué decir y cómo decirlo, si alguien invade nuestros límites personales.
En la terapia profunda, el sentido del despertar de la preciosidad extraordinaria del “self”, conduce automáticamente a una auto-definición confortable. Digo “no” cuando creo que mi condición de self está en peligro, no porque haya aprendido a decir “no,” sino porque ya no deseo decir “si”, lo cual me daña.
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