CAPÍTULO NUEVO

Riesgos, advertencias e indicaciones  para  la terapia.

Riesgos para los terapeutas  y pacientes

El camino hacia el self orgánico, mediante la psicoterapia profunda del Nivel Cuatro,  está lleno de  riesgos.

Cuando los impulsos abruman el contenedor del ego, a  menudo éstos fluyen hacia el  terapeuta. Es más fácil asesinar simbólicamente, o de verdad, que sentir la abrumadora tristeza y  rabia de  una pasada traición de los padres.

Este es el riesgo que  corren todos los terapeutas profundos. Uno de  mis pacientes más profundos me dijo “ha  habido momentos en mi terapia en que tenido ganas de destruirlo  usted porque  no he  podido enfrentar lo que mi padre  me ha hecho.”

*   *   *

Un terapeuta  que realiza  regresión es una persona que debe saber.  Nuestra  investigación debe ser  vertical (hacia abajo y hacia adentro), en  vez de lateral con su  infinita seducción en el conocimiento mundano. El conocimiento  mundano es  infinito, no perfora  nada.

El terapeuta regresivo llega a ver que cada cosa que él encuentra es una máscara  que enmarcara otra máscara. Cada  capa  se  protege y se  mantiene por debajo de una región de  terror que debe  perforarse con el fin de llegar a la verdad  subyacente. Cada  capa  desplaza la  verdad de  una capa  que  está  por  debajo de ella para que las verdades humanas  más profundas se  mantengan lejos de lo que parecería estar  en la  superficie.

En nuestra civilización, se nos cultiva y educa con disfraces hasta vernos completa y totalmente perdidos. Perseguimos las  quimeras  y las sombras, y  nuestra  canción repite “simplemente  no puedo satisfacerme.”

Un hombre, cuya  profesión es la de terapeuta,  está acostado  en mi consulta en medio de su terror. Tiene un miedo  terrible porque uno de  sus pacientes  va a  asesinarlo. No puede deshacerse de la  visión de verse  apuñaleado hasta  la muerte. La  recurrencia de esta  escena en su  mente le  resulta infinita. En medio de  su  terror, aprende, para consternación suya, que en realidad tiene la esperanza de que su paciente lo apuñalará  hasta  matarlo. Por momento, tiene períodos de  tranquilidad, pero más tarde el terror vuelve a perseguirlo nuevamente. Se  da  cuenta, siempre en medio de  su terror, que lo que  verdaderamente quiere no es ser apuñaleado, sino violado por su paciente.

Lo  que desea es  el pene del hombre clavado en su  recto.   Experimenta  un leve alivio preguntándose si es homosexual y  luego vuelve a sentir  terror. Se  da cuenta ahora  que lo  en  realidad  quiere no es la penetración  del  pene sino un  fuerte abrazo de un padre que  nunca tuvo. Libre al fin de  su temor, se queda  sollozando en una semi oscuridad a prueba de  ruido. Ahora sabe que todo lo que  siempre  había  querido era haber tenido un papá. Su  terror ha desaparecido de la misma  forma  que el temor de ser  asesinado por su  paciente y de ser homosexual y, en lugar de todas estas cosas esta la verdadera  tristeza que ha  reprimido  toda una  vida.

Cuando me encuentro con este hombre en la calle o cualquier hombre o  mujer, las cosas  que  dicen no tienen  relación con  sus  verdades.

He luchado por la  crianza de  los hijos y  en una civilización que no tiene relación ostensible  con  su verdad.  En  mis penas,   he querido vehemente hallar  las verdades de la  civilización. Mientras más  he profundizado más  solo  me  he sentido y los sonidos de mis  coterráneos en sus viajes intelectuales han sido como lluvia  cayendo  en un  techo  distante. He aprendido que nada es lo que parece ser y que ningún paciente que viene a buscar mi ayuda aprende la  misma imponente lección. He aprendido ha moverme dentro de lo desconocido y  vaciar mi mente de  todo conocimiento para  que se llene de los  fantasmas de  mis  pacientes. He aprendido que la última brújula es lo que sentimos en  nuestros cuerpos. Son estos dos procesos (sentimientos y sensaciones corporales) que nuestras  mentes  desesperadas han convertido en el almacén de las experiencias que no podemos enfrentar y  hemos quedado con  temor y conocimiento intelectual.  Es bajo este terror y  mediante conocimiento que las cajas cerradas se ponen  “en hilera”. Aquí la llave se convierte en las palabras que dicen “quédate con el sentimiento.” Cuando estas palabras se dicen tranquilamente en un lugar donde la respuesta será  honrada por un  terapeuta que espera en silencio y que ignora lo que  vendrá, entonces se conoce finalmente la verdad.  Sólo entonces podemos dejar de ser  simbólicos seres  humanos y volver  a los selfs orgánicos que se escapan de  nosotros por incalculables  miles de  años.

Advertencias

Alrededor de la  mitad de mis  pacientes puede concentrarse profundamente en sus sentimientos.  Uno de  ocho hacen terapia continua  del Nivel Cuatro.

Querer  hacer terapia profunda es un factor crucialmente importante  al hacerlo. Querer, sin embargo, no significa que una persona pueda hacerlo. Muchas personas que quieren hacer terapia regresiva se  dan  cuenta  que sus defensas  simplemente no se lo permiten. No pueden  profundizar.

Otros que pueden alcanzar estos niveles no hacen el intento de hacerlo. Su dolor puede ser tan  grande,  las  estructuras de sus egos  muy  debilitadas por las  experiencias padecidas en la infancia. Esta peligrosa  combinación puede originar una severa  representación u  otros tipos de crisis nerviosas.  

Un experimentado terapeuta profundo puede ayudar  con estas  decisiones y a menudo modificar las técnicas para  satisfacer necesidades individuales. Por lo general, sin embargo, esto requiere trabajar con alguien durante varios meses para saber qué es y qué  no es correcto para ellos. Otros, sin embargo, sólo adquirirán las destrezas y confianza después de un  o más  de  intenso  trabajo.

Aunque  personalmente  creo  que todo  aquel  que  quiera  se le debe  dar  la oportunidad de hacer  psicoterapia profunda, hay que decir que para un por ciento de  personas la  psicoterapia  regresiva del Nivel Cuatro no es una opción  segura.

Indicadores  para   la terapia profunda.

1-  Una  vez que se  expliquen las técnicas,  el  cliente muestra  una preferencia en curso por acostarse en el cuarto de terapia y concentrarse en sus sentimientos y  estado interno corporal.

2-  El paciente demuestra la habilidad de mantenerse dentro de sus sentimientos y verbalizar  el material no-lógico que los  sentimientos presentan.

3- El paciente deja que sus sentimientos se intensifiquen y salgan a la superficie con palabras y  sonidos.

 4-    El paciente se  da cuenta  que  tiene que experimentar  esos sentimientos, aprender de ellos y  no  representarlos.

5-   El paciente no  “olvida”  simplemente el trabajo  terapéutico  entre sesiones, sino que debe reflexionar  y  procesar el  material de  forma  no- compulsiva entre visitas. Pasará algún tiempo, semana o meses, antes de que surja la confianza y aparezca el trabajo  terapéutico.

6- El paciente no se sorprende de tener períodos de sentimientos verdaderamente espantosos a medida que se profundiza en la  terapia. Hay, sin embargo,  una sensación  interior de que esos sentimientos espantosos son  justamente eso. Son sentimientos y como  tal pueden  procesarse en un colchón utilizando técnicas de  las que ya  hemos  hablado.

Indicadores para el  tacto  y el abrazo.

Cuando se  cumplen los  6 criterios antes  mencionados, no las estamos  viendo con un paciente que tiene un amplio conocimiento a nivel del intestino sobre la psicoterapia regresiva.  Esto trae consigo una sensación corporal profunda de que hay momentos en que los efectos de contacto físico de  desencadenamiento, anclaje  y crianza terapéutica son necesarios.  En  este  momento de la terapia, la confianza y la buena voluntad estarán bien establecidas.  Además,  el  paciente  desea experimentar, saber que  cuando el terapeuta  comete un error, eso también se sabe y el trabajo seguirá adelante.

   
 
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