CAPÍTULO NUEVO
Riesgos, advertencias e indicaciones para la terapia.
Riesgos para los terapeutas y pacientes
El camino hacia el self orgánico, mediante la psicoterapia profunda del Nivel Cuatro, está lleno de riesgos.
Cuando los impulsos abruman el contenedor del ego, a menudo éstos fluyen hacia el terapeuta. Es más fácil asesinar simbólicamente, o de verdad, que sentir la abrumadora tristeza y rabia de una pasada traición de los padres.
Este es el riesgo que corren todos los terapeutas profundos. Uno de mis pacientes más profundos me dijo “ha habido momentos en mi terapia en que tenido ganas de destruirlo usted porque no he podido enfrentar lo que mi padre me ha hecho.”
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Un terapeuta que realiza regresión es una persona que debe saber. Nuestra investigación debe ser vertical (hacia abajo y hacia adentro), en vez de lateral con su infinita seducción en el conocimiento mundano. El conocimiento mundano es infinito, no perfora nada.
El terapeuta regresivo llega a ver que cada cosa que él encuentra es una máscara que enmarcara otra máscara. Cada capa se protege y se mantiene por debajo de una región de terror que debe perforarse con el fin de llegar a la verdad subyacente. Cada capa desplaza la verdad de una capa que está por debajo de ella para que las verdades humanas más profundas se mantengan lejos de lo que parecería estar en la superficie.
En nuestra civilización, se nos cultiva y educa con disfraces hasta vernos completa y totalmente perdidos. Perseguimos las quimeras y las sombras, y nuestra canción repite “simplemente no puedo satisfacerme.”
Un hombre, cuya profesión es la de terapeuta, está acostado en mi consulta en medio de su terror. Tiene un miedo terrible porque uno de sus pacientes va a asesinarlo. No puede deshacerse de la visión de verse apuñaleado hasta la muerte. La recurrencia de esta escena en su mente le resulta infinita. En medio de su terror, aprende, para consternación suya, que en realidad tiene la esperanza de que su paciente lo apuñalará hasta matarlo. Por momento, tiene períodos de tranquilidad, pero más tarde el terror vuelve a perseguirlo nuevamente. Se da cuenta, siempre en medio de su terror, que lo que verdaderamente quiere no es ser apuñaleado, sino violado por su paciente.
Lo que desea es el pene del hombre clavado en su recto. Experimenta un leve alivio preguntándose si es homosexual y luego vuelve a sentir terror. Se da cuenta ahora que lo en realidad quiere no es la penetración del pene sino un fuerte abrazo de un padre que nunca tuvo. Libre al fin de su temor, se queda sollozando en una semi oscuridad a prueba de ruido. Ahora sabe que todo lo que siempre había querido era haber tenido un papá. Su terror ha desaparecido de la misma forma que el temor de ser asesinado por su paciente y de ser homosexual y, en lugar de todas estas cosas esta la verdadera tristeza que ha reprimido toda una vida.
Cuando me encuentro con este hombre en la calle o cualquier hombre o mujer, las cosas que dicen no tienen relación con sus verdades.
He luchado por la crianza de los hijos y en una civilización que no tiene relación ostensible con su verdad. En mis penas, he querido vehemente hallar las verdades de la civilización. Mientras más he profundizado más solo me he sentido y los sonidos de mis coterráneos en sus viajes intelectuales han sido como lluvia cayendo en un techo distante. He aprendido que nada es lo que parece ser y que ningún paciente que viene a buscar mi ayuda aprende la misma imponente lección. He aprendido ha moverme dentro de lo desconocido y vaciar mi mente de todo conocimiento para que se llene de los fantasmas de mis pacientes. He aprendido que la última brújula es lo que sentimos en nuestros cuerpos. Son estos dos procesos (sentimientos y sensaciones corporales) que nuestras mentes desesperadas han convertido en el almacén de las experiencias que no podemos enfrentar y hemos quedado con temor y conocimiento intelectual. Es bajo este terror y mediante conocimiento que las cajas cerradas se ponen “en hilera”. Aquí la llave se convierte en las palabras que dicen “quédate con el sentimiento.” Cuando estas palabras se dicen tranquilamente en un lugar donde la respuesta será honrada por un terapeuta que espera en silencio y que ignora lo que vendrá, entonces se conoce finalmente la verdad. Sólo entonces podemos dejar de ser simbólicos seres humanos y volver a los selfs orgánicos que se escapan de nosotros por incalculables miles de años.
Advertencias
Alrededor de la mitad de mis pacientes puede concentrarse profundamente en sus sentimientos. Uno de ocho hacen terapia continua del Nivel Cuatro.
Querer hacer terapia profunda es un factor crucialmente importante al hacerlo. Querer, sin embargo, no significa que una persona pueda hacerlo. Muchas personas que quieren hacer terapia regresiva se dan cuenta que sus defensas simplemente no se lo permiten. No pueden profundizar.
Otros que pueden alcanzar estos niveles no hacen el intento de hacerlo. Su dolor puede ser tan grande, las estructuras de sus egos muy debilitadas por las experiencias padecidas en la infancia. Esta peligrosa combinación puede originar una severa representación u otros tipos de crisis nerviosas.
Un experimentado terapeuta profundo puede ayudar con estas decisiones y a menudo modificar las técnicas para satisfacer necesidades individuales. Por lo general, sin embargo, esto requiere trabajar con alguien durante varios meses para saber qué es y qué no es correcto para ellos. Otros, sin embargo, sólo adquirirán las destrezas y confianza después de un o más de intenso trabajo.
Aunque personalmente creo que todo aquel que quiera se le debe dar la oportunidad de hacer psicoterapia profunda, hay que decir que para un por ciento de personas la psicoterapia regresiva del Nivel Cuatro no es una opción segura.
Indicadores para la terapia profunda.
1- Una vez que se expliquen las técnicas, el cliente muestra una preferencia en curso por acostarse en el cuarto de terapia y concentrarse en sus sentimientos y estado interno corporal.
2- El paciente demuestra la habilidad de mantenerse dentro de sus sentimientos y verbalizar el material no-lógico que los sentimientos presentan.
3- El paciente deja que sus sentimientos se intensifiquen y salgan a la superficie con palabras y sonidos.
4- El paciente se da cuenta que tiene que experimentar esos sentimientos, aprender de ellos y no representarlos.
5- El paciente no “olvida” simplemente el trabajo terapéutico entre sesiones, sino que debe reflexionar y procesar el material de forma no- compulsiva entre visitas. Pasará algún tiempo, semana o meses, antes de que surja la confianza y aparezca el trabajo terapéutico.
6- El paciente no se sorprende de tener períodos de sentimientos verdaderamente espantosos a medida que se profundiza en la terapia. Hay, sin embargo, una sensación interior de que esos sentimientos espantosos son justamente eso. Son sentimientos y como tal pueden procesarse en un colchón utilizando técnicas de las que ya hemos hablado.
Indicadores para el tacto y el abrazo.
Cuando se cumplen los 6 criterios antes mencionados, no las estamos viendo con un paciente que tiene un amplio conocimiento a nivel del intestino sobre la psicoterapia regresiva. Esto trae consigo una sensación corporal profunda de que hay momentos en que los efectos de contacto físico de desencadenamiento, anclaje y crianza terapéutica son necesarios. En este momento de la terapia, la confianza y la buena voluntad estarán bien establecidas. Además, el paciente desea experimentar, saber que cuando el terapeuta comete un error, eso también se sabe y el trabajo seguirá adelante.
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