CAPITULO DIECINUEVE

Cómo se  defiende el  cerebro mediante la  resistencia

El  cerebro odia el  dolor y  más  aún  saber  exactamente  de  donde  proviene  el  mismo. Odia conectarse con los detalles de por qué y cómo fuimos dañados originalmente.  Hará algo para  no saber  qué pasa  directamente.

El cerebro bloquea el conocimiento para no sentirse abrumado.  No es capaz de recordar o reexperimentar, de una vez,  los cientos de  miles de grandes pequeños asaltos de los que ha tenido que defenderse  durante  toda  una  vida.  El inconsciente siempre vigilante nos deja entrar sólo cuando finalmente percibe  que  hemos cogido la espada del  interior y que no seremos desviados.  Entonces, y  sólo entonces, empezará  a cedernos espacio.  Nos  prueba con serio desasosiego. Si en lugar de esto,  nos mantenemos implacablemente orientados hacia el mismo, nos llenará la mente con sus tesoros impresionantes y agridulces.

Las defensas y resistencias son muy, pero que muy  necesarias tanto en el  niño como en el adulto, en especial, en la infancia donde es mayor la vulnerabilidad y cuando el sistema nerviosa central (al menos que haya recibido trauma repetidos) está  tan abierto. Aunque el sistema  nervioso central del adulto es mucho  más cerrado, el adulto tiene  una gran habilidad (con debido respecto al tiempo y agilidad mental)  para experimentar  e integrar información traumática,  ambos del  presente y del  pasado.

La terapia profunda requiere que nos introduzcamos en los eventos traumáticos presentes y pasados. A hacer esto, debemos  estar preparados para  experimentar el  dolor de revivirlos. La terapia profunda requiere además  que, antes que se logre un insight profundo, el dolor pueda aumentar  considerablemente. Debemos volver a la paradoja de abrazar un dolor  profundo para  salir del mismo (la PARADOJA DE  LA  TERPIA.  Cuando  hacemos  esto,  la  recompensa será  la conexión profunda y experimentar una liberación profunda de tensiones eternas y disfunciones.  Ganaremos también en  insight  profundo en nosotros y todos los  aspectos de  nuestro  mundo –incluyendo la conducta  manipulativa  de los  que nos rodean.  

El inconsciente siempre  vigilante sabe que  queremos deshacernos de  nuestra s molestias. Lo que sabe es si estamos o no  preparados para el arduo  viaje que será necesario, pero no sabe si  queremos pagar el precio.

Todos con los que  nos  hemos encontrado quieren aliviarse del dolor. Sólo uno de tres de los que  han llegado a nuestra consulta sin chequeo preveo está listo para lucha por aliviarse proponiéndose hacer terapia profunda con coraje, energía y determinación. Uno de tres está preparado para llegar al dolor para  luego dejarlo. Uno de tres está preparado para dejar de creer que su dolor existe porque  alguien los está dañando y  adoptar la  noción asombrosa de que antes de que puedan culpar a otros primeramente deben realizar su viaje  interior. Mucho, pero mucho después de haber realizado este viaje, una  verdadera  claridad emerge  mostrando en forma exacta quién está  haciendo  algo y  para quién lo hace. Este conocimiento del self  y otros, esta  enorme  claridad,  surge como un sub-producto de la introspección. Los que han tratado de entenderlo antes de haber terminado el viaje hacia el interior cometen un grave error.  Estén mirando hacia adentro o hacia fuera,  no logran ver  las  causas reales de su  dolor.

***

Vamos a estudiar las varias formas que tiene el cerebro de derrotar el viaje interior. Hemos dicho que el inconsciente no  nos desea en ese viaje. Utilizará  la  fuerza y  todo  tipo de  truco para  sacarnos de en medio. Las  fuerzas  que utiliza el cerebro  contra  nosotros serán poderosas y  a veces  completamente  invisibles. Es como si nos echaran en un  pequeño bote de  remos costa afuera  donde un inmenso río vacía el  mar. El río, de una longitud de miles de millas,  vacía el vasto oscuro  continente del inconsciente.

En el  momento en que decidimos  remar hacia la boca de este río estaremos luchando contra la corriente que se mueve  contra  nosotros y  un  fuerte terral que  trata  con su  fuerza de  sacarnos del mar. Como la corriente del río y el  viento, las defensas de la mente son  generalmente invisibles,  pero ejercen una  fuerza continua, ligera y poderosa contra nosotros.

Una de las principales tareas de este libro es hacer visible a esas fuerzas del inconsciente y tendremos modos de neutralizarlas para que podamos ir cuesta arriba en el río en  contra de su resistencia a la  fuente de nuestro dolor.

Trataremos de mantener un  lenguaje simple para que no nos perdamos en otra defensa, la de  la intelectualización.

 

   
 
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