La búsqueda activa del cerebro para completar lo inconcluso.
Ahora abordaremos el momento crucial de nuestro viaje. Hasta aquí habíamos estado hablando de técnicas utilizadas por el terapeuta. Ahora abordaremos los mecanismos que obligan al paciente seguir adelante.
La terminación de un problema inconcluso en la infancia necesita dos mecanismos que trasmiten fuerza y dirección hacia el proceso terapéutico de la psicoterapia regresiva del Nivel Cuatro. Llamaré a este proceso “la Búsqueda de la Congruencia y Necesidad Corporal.” El primer término expresa lo que está sucediendo y el segundo describe la fuerza existente detrás del proceso.
En la intensidad terapéutica del Nivel Dos, vimos que en la asociación libre la mente trata de completar sus procesos no explorados. Esta necesidad guía el estado aparentemente no lógico de asociación libre, de acuerdo con la lógica profunda de formación Gestalt. De este modo, se puede alcanzar la meta final de recordar y hablar en alta voz lo que hasta entonces era inconsciente. Lo que es decisivo recordar es que la intensidad de la experiencia es una intensidad del Nivel Dos, nada parecido a lo que encontraremos en el Nivel Cuatro. En el Nivel Dos, el bote del paciente está, como decimos, en el aire y perezosamente encuentra el puerto donde recordar.
En la intensidad terapéutica del Nivel Tres, hay un aumento en la intensidad del impulso para despertar el inconsciente. No obstante, los terapeutas desactivan el mencionado aumento al convertir demasiado pronto en palabras los sentimientos y las sensaciones corporales. De esto modo, en el nivel Tres puede aparecer un recuerdo de calidad y justificado, pero es poco probable que se logre una real re-experimentación en el Nivel Cuatro, donde nos quedamos con las sensaciones o sentimientos por mayor período de tiempo.
La re-experimentación ocurre entonces sin que el terapeuta tenga que mantener junta la conexión entre el sentimiento y la memoria. No hay que convencer a los pececitos de aguas poco profundas para que se introduzcan en la red cerebral. En un instante, crecen muchos y sin ningún impulso, llegan a dicha red. Este es el momento en que encontramos nuestros nuevos fenómenos de la BÚSQUEDA DE CONGRUENCIA y NECESIDAD CORPORAL.
El impulso hacia el recuerdo, que hemos visto en anteriores niveles de terapia, se convierte hora en un impulso hacia el “hacer”, que en este caso, significa coordinar una congruencia. El cuerpo lucha activamente para encontrar tales congruencias anteriormente planteadas para que, de esta forma,
se pueda, en realidad, revivir un trauma pasado que permanece enterrado, en vez de recordarlo simplemente.
Es en la BÚSQUEDA DE CONGRUENCIA y en LA NECESIDAD CORPORAL donde vemos la verdadera fuerza de la terapia regresiva. La mente se abre para sentir, la voz se abre hacia las palabras, el cuerpo trata de colocarse en la posición del trauma original. Además, el eje mente/cuerpo trata activamente de tocar o ser tocado con el fin de lograr una congruencia. En un momento del parto, la mujer pierde el control y las contracciones llegan espontáneamente de forma tal que el eje mente/cuerpo también se hace cargo de la situación encaminándose hacia una congruencia y así se pueda volver a experimentar lo que ha quedado reprimido. Es la fuerza existente detrás de este empuje lo que llamo NECESIDAD CORPORAL.
Tenemos una nueva situación: un nuevo tipo de insight ocurre cuando, de esta forma, revivimos pasadas experiencias dolorosas. En este caso, el despertar de la conciencia es totalmente más profundo y lo es debido al enorme impacto interno. Es también más profundo porque es multidimensional, no-lineal y nos golpea más como un frente de ola que como un simple acontecimiento. Es como si sintiéramos en un jardín en absoluta oscuridad, un bombillo de flash que se enciende pronto iluminando no sólo el jardín, sino la casa que tiene al lado y todo sus alrededores.
Tenemos el caso de un paciente que trata de describir su súbito y complejo insight: su padre, en la estación de ferrocarriles después de tenerlo cargado, lo devuelve a su madre cuando sube el tren. Están en Inglaterra, en 1940, principio de la Segunda Guerra Mundial. Él tenía 3 años y medio y no volvería a ver a su padre hasta después de haber crecido.
En su reconstrucción mental siente su mejilla contra la chaqueta de tweed tirada sobre los hombros de su padre. Experimenta la tragedia de haber perdido a su papá. Ve cómo, después de pasados los años, había hecho amistades con hombres cuyos hombros, desconocidos para él, le recordaba a su inconsciente el terrible momento de la partida. De repente, siente la urdimbre y ladridos de su vida y todas sus relaciones durante décadas. Al mismo tiempo, se siente en un nivel diferente: como si el no haber sido cargado por su padre lo hubiese condenado a tener un cuerpo increado. Esto significa que en todas sus actividades físicas, él era tímido y carecía de fuerza masculina. Y comprende que la fuerza física en un hombre está muy relacionada con la presencia física de un hombre, es decir, del padre. Por lo tanto, los jardines, con sus penas, estaban iluminados de la misma forma que todo los alrededores de su vida que pertenecían a hombres que él había querido y a su parentesco con su propio cuerpo.
Estos insights surgen instantáneamente, aparentemente de todo el cuerpo.
Se mueven, como un frente de ola o muralla de compresión, dando la impresión de que se originan en el abdomen, el pecho, los huesos y los músculos, hacia el conciente; no son pensamientos, sino iluminaciones súbitas. Son como un sol que de repente penetra en las nubes iluminando un paisaje oscurecido a nuestro alrededor convirtiéndose en un busto de compresión. Después de haber experimentado estos tipos de experiencias en la terapia regresiva, el pensamiento intelectual lineal es como una sopa aguada que se bebe mientras vemos un televisor en blanco y negro que nos deja insatisfechos. Es la fuerza y la profundidad de haber revivido esas reexperiencias lo que finalmente nos libera de dolor del que no deshacernos de otra manera.
A menudo, las personas que se ven sometidas a estas experiencias, se sienten después muy exhaustos y a la vez aliviados, como si le tiraran quinientas libras de cementos de encima. Grandes pedazos de dolor reprimido y procesos acompañados aumentan vertiginosamente ocasionando profundos cambios en el crecimiento. Los pacientes experimentan una levedad del ser, una pérdida de temor en su vida diaria, una sensación de bloqueo interno que se desmoronan y el nacimiento de una nueva sensación del self.
Incluso, muchos de los sentimientos experimentados a este nivel de la terapia no se experimentaron en el momento en que ocurrió el acontecimiento original. Por ejemplo, una mujer en mi consulta se sentía flotar mientras su padre la golpeaba. La misión de la terapia en el Nivel Cuatro es sacarla de esa sensación de estar flotando y hacerle sentir como si de verdad la estuvieran golpeado.
Ahora podrá entender los mecanismos que hay detrás no sólo de la extraña calidad de lo que sigue, sino la intensidad con las que las experiencias se encaminarán a la búsqueda de una solución.
Veamos una serie de ejemplos para demostrar que el eje mente/cuerpo en la psicoterapia del Nivel Cuatro busca activamente una congruencia que permita que sus defensas se desmoronen para que pueda revivir un trauma pasado. Verá que, ilógica y no lineal en la superficie, la lógica profunda de la formación Geltalt siempre prevalecerá.
Ejemplo uno: La necesidad corporal conduce al paciente a una congruencia para que pueda revivir un problema que yace en el inconsciente.
Tenemos un hombre de mediana edad sentado de frente a la pared en mi consulta. Siente la necesidad poner mala cara (necesidad corporal). No emite sonido mientras hace muecas y retuerce el rostro adoptando una serie interminable de horribles máscaras. No sabe por qué hace eso. Sabemos que si confiamos en esta necesidad corporal, él logrará en realidad la congruencia con los problemas que no podemos ver todavía. Durante un período de seis meses sólo hace eso. Le aseguro que si se queda fuera de sí y confía en lo que está sucediendo, logrará entender. Semana tras semana se mantiene en ese mundo insano. La lógica que está a nivel de la superficie se ha ido con viento y una lógica profunda lo obliga a seguir adelante.
Al final, logra la congruencia. El insight es tan simple como profundo. El paciente ha estado creando rostros que hubiese mostrado si se lo hubieran permitido cuando fue traumatizado en la infancia. Todavía no hay presencia de sentimientos ni de sonidos, pero estos llegarán en la medida en que él confíe en su cuerpo y sus sentimientos lo alcancen. Por ahora, es suficiente con que se dé cuenta, a nivel intestinal, de que él es todos esos rostros y no el ejecutivo de negocios elegante y urbano que ha creído ser. El próximo paso en esta terapia será promover las congruencias pidiéndole emitir los sonidos que se correspondan con esos rostros horribles. De ahí la importancia de un cuarto a prueba de ruido.
Ejemplo dos: La necesidad corporal conduce al paciente a una congruencia para que pueda revivir un problema que yace en el inconsciente.
Este es el caso de una mujer de unos treinta años, desorientada en el tiempo. De forma inconsciente coge mi mano y empieza jugar con mis dedos. Su objetivo al hacerlo no es romántico o sexual: es algo muy serio en su búsqueda por crecer. Juguetea lentamente con cada uno de los dedos y luego, inconscientemente, cierra mi mano convirtiéndola en un puño. Empieza a susurrar. Se convierte en una niña de seis años y medio y recuerda a su papá que la golpea con el puño. Una necesidad inconsciente, por debajo del nivel de la lógica, la ha obligado a crear una congruencia, y el puño del terapeuta se ha convertido en el de su padre. Entonces los muros de defensa se rompen y el acontecimiento original se vuelve a revivir.
Ejemplo tres: La necesidad corporal conduce al paciente a una congruencia para que pueda revivir un problema que yace en el inconsciente.
Una mujer de 25 años sentada al lado mío. Se ha mantenido en silencio en mi consulta durante seis meses. Había estado silenciosa en una anterior consulta psiquiátrica durante un año. Observo que hace pequeños movimientos con sus dedos que van hacia los botones de mi camisa. Despacio, después de muchas sesiones, desabotona mi camisa y, todavía más despacio, en otras sesiones, coloca sus labios en mi tetilla y empieza a succionar. Durante tres años, succiona mi pecho, acostada al lado mío con mi camisa quitada, sobando y apretando con sus manos mis brazos y espalda.
Parece que en su más temprana infancia su cuerpo fue cubierto de llanto, heridas abiertas y fue desatendida por un largo período de tiempo; era alimentada con biberón en la cuna. Su cuerpo encontró en la terapia exactamente lo que necesitaba: estaba bebiendo con sus labios y las yemas de sus dedos. Su insatisfecha infancia necesitaba de tacto, de abrazos, y hora la succión quedaba satisfecha. Hablaremos más de esta paciente en un ejemplo posterior.
Ejemplo cuatro: La necesidad corporal conduce al paciente a una congruencia para que pueda revivir un problema que yace en el inconsciente.
Esto nos remite a una situación terapéutica en la que, si los riesgos anteriores no eran suficientes para el terapeuta, ahora nos movemos a un territorio más peligroso.
Una mujer que había estado trabajando conmigo en mi consulta por al menos un año hace una introspección al Nivel Cuatro. Me pide me acueste sobre ella en posición sexual, pero vestidos. Al ver que se trataba de una necesidad corporal, pero temeroso de perder mi licencia para ejercer la medicina, me debato en una tremenda lucha interna, pero decido ayudarla y me coloco entre sus piernas como si estuviéramos a punto de realizar el acto sexual. Ella empezó a empujar su pelvis contra mí y a emitir sonidos guturales. Después de veinte minutos, permanece boca arriba exhausta y no se presenta ningún insight. No ha habido placer sexual, al contrario, la experiencia fue dolorosa para ambos. Recuerdo el tiempo que el hombre que ponía mala cara tenía que permanecer con su búsqueda lógica de la congruencia, y cuando ella me pidió si repetiría la experiencia en la siguiente sesión, aunque ello me dejaba muy ansioso, una vez más dije que sí. Finalmente ella se da cuenta de que estaba tratando de expulsar a su madre de su cuerpo y sintió haber triunfado.
Esta paciente tenía inyectada una personalidad materna muy negativa y durante toda su vida le había preocupado de tener estas cualidades. Su cuerpo, necesitado de expulsar de sí el préstamo de la personalidad materna, trató de hacerlo, de una forma femenina a través de la vagina. Para lograr la congruencia e intensidad necesarias, había necesitado a alguien con quien rebelarse, experimentando, de este forma una congruencia mediante la creación de una metáfora corporal. De la misma forma en que se había rebelado contra su madre cuya depravada personalidad no le proporcionó éxito alguno, se rebeló contra mí cuya postura receptiva y enérgica le permitió completar su acto simbólico. Sin la ayuda de esta experiencia, la cura hubiese sido difícil y posiblemente nunca la hubiese logrado.
Ejemplo cinco: La necesidad corporal conduce al paciente a una congruencia para que pueda revivir un problema que yace en el inconsciente.
Este ejemplo profundiza aún más en el sagrado mundo de la sexualidad.
Recordarán a la mujer que me succionaba las tetillas. Después de tres años de succión, desarrolló una compulsión por acariciar mi pene. En repetidas ocasiones, le alejé la mano hasta que me di cuenta que me parecía estar vagabundeando por una necesidad corporal muy fuerte en el Nivel Cuatro.
Una vez más decidí dejarla seguir adelante y que hiciera lo que necesitaba hacer. Después de una larga experiencia de succión, ella necesitaba estar bien convencida de que, en realidad, yo era un macho, ya que mi identidad sexual, como hombre, se le hacía borrosa, y esto afectaba los márgenes de su propia identidad sexual. Al sentir que mi pene respondía a sus caricias a través de la ropa, el macho que había en mí le afianzó en la mente su condición femenina y el reequilibrio de nuestras identidades sexuales.
Pero algo más profundo estaba todavía por llegar. Luego de una pocas sesiones de suaves caricias en sus partes, lo entendió todo. Recordó que su padre había abusado sexualmente de ella cada día de su vida desde los tres hasta los treces años. Tan fuerte era su represión sobre este acontecimiento que, después de cuatro años de terapia profunda, sólo ese momento de congruencia pudo sacarlo a la superficie; y era tan fuerte que, durante años, había estado padeciendo de ataques epilépticos en vez de sacar sus recuerdos a la superficie. En nuestro trabajo conjunto he tenido que tomarla por los hombros, zarandearla suavemente y decirle, sesión tras sesión, que no tenga más ataques epilépticos sino que recuerde concientemente las actividades sexuales de su padre con ella.
Con los recuerdos que han salido a la superficie en los últimos dos años, se ha logrado mucha cura. Sólo podía revivir estos recuerdos cuando ponía su mano en mi pene para recordar, de esta forma, cómo su padre la enseñaba a manipular el suyo. Su compulsión a hacer esto es lo que yo llamo necesidad corporal que la empuja a esta congruencia y entonces la represión es derrotada, la defensa cae y la infancia reaparece. Espero que entiendan que aunque estos acontecimientos están relacionados con la sexualidad, no tienen un sentido socio-sexual. Aquí no hay seducción. No hay excitación sexual para provocar placer. Estamos cumpliendo con una necesidad corporal con el fin de lograr una congruencia y re-experimentar un trauma proveniente de la infancia. La búsqueda de la patología no difiere del examen interno que realiza un ginecostetra en su investigación de una patología en el plano físico. Esta búsqueda no es más sexualmente autocompasiva que la investigación de Masters y Jonson al observar un pene mecánico que entra y sale de la vagina de una mujer para constatar su verdadera fisiología.
Necesitamos seguir hablando sobre el uso del contacto físico en la terapia regresiva profunda más allá de que hemos hablado. De hecho, todavía no se ha discutido el uso más profundo de estas técnicas.
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