CAPÍTULO CUATRO

¿ Cómo mandamos a llamar   al  inconsciente?

A través de los tiempos, se nos ha pedido que no sintamos. Ésta es una de nuestros  primeros mandamientos.

"Deja de  llorar o te daré una verdadera razón para ello."

"No te tengas piedad, sigue  trabajando."

"Piensa en  los demás,  no sean tan autocompasivo."

No permitirse sentir es el sello distintivo de la raza humana. Cuando sepultamos el sentimiento estamos sepultando el vasto, sutil e intuitivo  continente del cerebro. Perdemos la parte más amplia y orgánicamente productiva de nosotros mismos. La brújula más profunda de la mente no  funciona. La intuición y  la creatividad se dañan. La  sensibilidad hacia  el self  y el  mundo  se  apagan.

En primer lugar, el terapeuta debe devolver a sus pacientes el permiso de  sentir y lo hacemos de varias formas. Estos métodos se  basan  en un proceso común que voy a nombrar EL PRINCIPIO DE  CONGRUENCIA.

Los acontecimientos presentes tienen su propia realidad. Sin embargo, a menudo, resuenan o desencadenan viejos sentimientos. De hecho, éstos  desencadenan un sorprendente número de experiencias internas que son exactamente congruentes con las experiencias del pasado.

Cuando un terapeuta le pide al paciente experimentar una serie de congruencias entre presente y pasado, los vasos de  la mente  se  alinean  y el acontecimiento pasado  se  vuelve a experimentar con gran intensidad.

Estimulamos la re-experimentación de  pasadas  experiencias porque sólo  después  que esto  ocurra la mente se libera de la esclavitud de un  trauma anterior.  Hasta que se   vuelve a experimentar un acontecimiento, en la mayor medida de sus  posibilidades, éste se mantendrá anclado en el pasado y sin cambios en las  profundidades de la mente. Desde ese lugar escondido, los sentimientos pasados trastornan nuestra vida presente haciendo que soportemos una  doble carga de dolores presentes y  pasados siempre que algo en  nuestra adultez nos esté dañando.

Esta doble carga produce escape y  reacciones exageradas en  nuestra vida  diaria.

Una persona que  no  pueda  entrar  en un local  lleno de  gente por miedo a ser  criticada,  está  reaccionando  a  críticas anteriores que permanecen  en las  profundidades de su pasado. Esta situación seguirá ocasionando   daños hasta que se  no  vuelva a experimentar.

De este modo, nos movemos a dos paisajes sin ni siquiera saberlo y no podemos crear o dar respuesta a nuestra actual existencia porque el pasado  contamina el presente.

Las  conclusiones  que  sacamos de esto son que la primera y  mayor de las  congruencias que nos esforzamos en  crear para  nuestros pacientes es la CONGRUENCIA DEL  SENTIMIENTO.

Congruencia I: 

La  Congruencia del Sentimiento

Cuando una persona tiene problemas emocionales  en el presente,  esos problemas, por lo general, tienen su antecedente en un pasado acompañado por un antiguo acontecimiento traumático. Por ejemplo, si alguien pierde el control debido a la  crítica continua de la que es  objeto por parte de su jefe, estará  llevando sobre sus hombros la  doble carga del  problema que está confrontando en el presente más toda  una  serie de  críticas de la que  ha sido objeto desde su infancia. Ese presente stress se desencadenará conjuntamente con una reserva desconocida de dolor proveniente del pasado. Así, el  paciente reaccionará de forma exagerada en el presente y, a mayor o  menor  grado,  sufrirá  una  crisis nerviosa.

Nuestro trabajo, como terapeutas, es traer el pasado al presente del  paciente. Nuestro trabajo, como terapeutas regresivos en el Nivel Cuatro, es concertar un sentimiento de congruencia entre el presente y el pasado acontecimiento, de forma tal que los pasados eventos se reactiven y se  vuelvan a vivir en la sesión de terapia. De este forma, el paciente se libera de este  problema  anterior.

Por  consiguiente,  acostamos al paciente en posición  cómoda y  neutral en una superficie bien acolchonada, en una  semi oscuridad de un  cuarto a prueba de ruido y le pedimos que deje atrás -o abandone- todos sus pensamientos. Luego le pedimos que experimente los sentimientos que giran alrededor del problema actual. Cada vez que mueva la cabeza y  empiece a hablar sobre su persona y a contar su historia (terapia del Nivel Uno), tratamos con cuidado y con firmeza, de girar su atención a lo que está sintiendo en su cuerpo. A diferencia del terapeuta del Nivel Tres, no convertimos inmediatamente el sentimiento en palabras. Le pedimos al paciente que experimente con mayor profundidad el acontecimiento en el que está  involucrado, que se mantenga dentro de ese  sentimiento y, como el cebador de un carro que enriquece la mezcla  en  tiempo de frío, enriquecemos la experiencia y prendemos fuego al proceso regresivo que va  cuesta abajo, con la intensidad de un trineo, haciendo que se reexperimente el trauma de la infancia.

La ignición de esta experiencia es rara vez tan simple como he  querido hacerla parecer. La mente y el cuerpo, incluso en personas muy estimuladas, son  profundamente rechazados por el dolor y  esta repulsión está  más allá  del control  consciente del paciente. Debido  a esto,  la mente lucha por  volver  a  su  normal  función intelectual y diurna.

Por  ejemplo, en el caso del empleado criticado al que nos referíamos,  le pedimos al paciente en la semi-oscuridad del cuarto a prueba de ruido, se quede con el  sentimiento que experimenta mientras  que el jefe lo sigue criticando. Si el paciente logra que su sentimiento se intensifique y si puede mantenerse dentro del mismo el tiempo suficiente,  entonces de repente se convertirá  en un  niño de  seis años y su padre se estará riendo de él frente a sus hermanos y  hermanas mientras él  trata de  montar  su nueva  bicicleta.  Esta  angustia se  corporizará y  será  revivida.

El principio de mantener la experiencia de los  sentimientos atada a un  evento presente con suficiente intensidad, y por  un tiempo  suficientemente  largo en el cuarto de terapia, es crucial para el efecto  desencadenador en  todas  las  congruencias que estudiaremos.

Congruencia II

Promover la re-experimentación de una experiencia traumática anterior en  la  psicoterapia regresiva profunda del Nivel Cuatro.

A.   La congruencia del Sonido  Inarticulado

No existe necesariamente una congruencia del sonido inarticulado entre el sonido presente y el del acontecimiento pasado. Es más bien la  congruencia entre lo que sentimos durante la hora en la que nos sometemos a terapia y cómo la sentiríamos si se nos permitiera hablar o gritar cuando estamos experimentando el sentimiento. Esto puede o no corresponder con cómo llorábamos en la infancia cuando éramos dañados. No se debió haber  permitido llorar en absoluto.

Sin embargo, en el presente existe un sonido que  se ajustará exactamente en calidad e intensidad al sentimiento que estamos experimentado en la terapia. De pasada, debería señalarse que no hacer ruido puede ser en sí una resonancia relacionada  con  una  situación en la  infancia y de  este  modo, precipitar  una re-experimentación.

La expresión  directa del dolor que estamos  experimentado con el  uso de un sonido inarticulado,  activa un alivio casi inmediato, sea el dolor emocional o físico, pero especialmente emocional.

De este modo, en la terapia regresiva del Nivel Cuatro, le pedimos al  paciente dar forma al sonido que refleja el sentimiento doloroso. La intensidad y  calidad de este sonido se mueve hacia la congruencia. En este momento sacamos  hacia afuera lo que llevamos  dentro y  así  logramos  la congruencia.

Por ejemplo, al hombre que experimenta dolor en el intestino se le estimulará a que emita un gruñido, mientras que a una  mujer que siendo un bebé fue abandonada y desatendida en su cuna pudiera resolver su problema emitiendo un  gran quejido.  La  manipulación  de la  textura del  sonido es hecha por el paciente, quien es guiado por una sensación corporal  interior que  produce un ruido  exactamente  correcto.

Por ejemplo, recordemos el caso de la  mujer que  no podía  tragar nada  que proviniera de su jefe, la de la constricción en la garganta.  Si, en lugar de convertir la sensación de constricción en palabras, se le hubiese  estimulado  a emitir sonidos de alguien que lucha, esta congruencia con la sensación  de estrangulamiento experimentado con su tío cuando le llenaba la boca de semen, hubiese provocado  un re-experimentación  del  incesto.

B.  La Congruencia  del  Sonido Articulado

El uso del  habla humana en la terapia regresiva  profunda puede ser  muy  útil,  pero lleva  también implícito  un problema.

Ya hemos dicho que  mientras más familial  seamos  en la  terapia  profunda,  más  ésta  tiende  a apartarnos de experimentación directa.  Esto invierte  el proceso intelectual y nos regresa a la terapia del Nivel Uno. La  conversación  es  (bajo cualquier circunstancia social o terapéutica) casi siempre una defensa contra el  sentimiento.  Sin embargo,  puede  utilizarse  en la terapia  profunda en  varias formas.

Primeramente, la  conversación puede ser utilizada  como  un  dispositivo de exploraciones. Para aquellos pacientes que no pueden acostarse y conectarse  con un sentimiento o estado corporal interior, hablar es un excelente  medio para empezar. Si le damos a  alguien la libertad de  hablar sobre lo que desee, lentamente pero con seguridad, el tópico que escoja estará muy cercano a un problema emocional inconcluso. El dolor,  actuando como un imán, conducirá inexorablemente una conversación normal hacia los daños que yacen dormidos dentro de nosotros. Empezaremos a girar alrededor del tema de forma desplazada y  simbólica.

Por ejemplo, un  hombre que no haya sido muy bien atendido por  su  madre pudiera referirse a la ineficiencia  femenina en el campo de la  política. Pudiera argumentar que las mujeres no son lo suficientemente capaces para  atender a sus  electores.

El  terapeuta que escucha lo que subyace en lo dicho por este  paciente  se dará  cuenta de  este  hombre en su infancia no fue adecuadamente criado por la  mujer  correcta. En este caso,  se puede inducir  al paciente a hablar de la relación materno-filial durante  la infancia.

El terapeuta regresivo le preguntaría qué siente al hablar de mujeres involucradas en el mundo de la política; mantendría  al paciente acostado con ese sentimiento hasta que ocurra una congruencia para  que se desencadene la re-experimentación de un acontecimiento  anterior. 

No sólo la conversación versaría alrededor de  un  dolor no resuelto, sino que las palabras y frases reales de su pasada infancia yacerían dispersas por todas partes en la playa de la conversación adulta.  Para aquellos terapeutas que reconocen a este tipo de paciente, estas pequeñas conchas perfectas son excelentes  entradas al  material  profundo  inconsciente.

Un ejemplo: una paciente cuenta una discusión que tiene con un taxista que quiere  llevarla al lugar equivocado. Mientras cuenta lo sucedido, ella dice “por  muy  cuidadosamente que le explicaba su error, él no me oía.”

El  terapeuta al oír la frase “no me oía” pudiera  pedir  a la paciente, acostada en la semi-oscuridad del cuarto a  prueba de  ruido, que repita la  frase una y otra vez hasta que llorando, pudiera darse cuenta de que el sentimiento relacionado  con esa discusión provenía  de su  infancia cuando  no era oída por su padre. La frase “él no me oía” crea una perfecta congruencia entre presente y  pasado,  y  las puertas del inconsciente se  abren.   

Las frases de la infancia que repite la paciente, las cuales se mantienen  dispersas en una conversación adulta, actúan como un taladro de diamantes que perfora fácilmente  las defensas.

El terapeuta puede hacer uso de la conversación pero tiene que despojarla  de sus cualidades defensivas. Tenemos que volver a trabajar en eso para que se  convierta en un dispositivo de búsqueda y penetración en vez de en un dispositivo que evite  cosas.

Otra forma  para que la conversación sea útil en la terapia  profunda es  la de pedir al  paciente que restrinja  su vocabulario y emplee palabras cortas y frases simples. Debido a que este tipo de discurso es similar al  discurso simple que se utiliza en la infancia, el mismo se hace  más  congruente con la niñez.  De este  modo,  estas simples  palabras y  frases se  funden a través  de las defensas adultas.

El uso que da el paciente a cualquier palabra corta y frases simples significativas  en cuanto a las experiencias sentidas  en la terapia, permite un cambio que  va de lo simbólico a lo real,  y empieza a enfocar el intenso poder del sonido inarticulado.

Una paciente cuenta una larga y complicada historia de un  hombre que se  aprovechó de ella. El uso de una simple frase,  tal como “ me hirió  mucho”  interrumpirá  la conversación defensiva  y hará que la paciente se  eche a llorar. Eso quiere decir que la  frase ha sido  mencionada en su  infancia.

Congruencia III

Al  hablar del material del inconsciente,  crear  la  terapia  regresiva del  Nivel Cuatro.

La  experimentación de  la posición del  cuerpo.

El tercer método para iniciar el alivio de  un trauma original utiliza lo que los terapeutas  profundos  llaman memoria  corporal.

Si un niño es golpeado mientras permanece acurrucado en una  cama, se  le pide al paciente que asuma la misma posición en el colchón. Si le añadimos a esto una solicitud de sentimientos estando en esa posición y además le  sugerimos que emita los sonidos que dupliquen los gritos infantiles de  angustia, estaremos  añadiendo tres congruencias una detrás de la otra. Al  hacer esto, estaremos creando una presión específica en los mecanismos  mentales  de  defensa. Todo esto cederá  y  por lo tanto  permitirá un alivio del  trauma infantil.

Las congruencias son acumulativas y tratamos combinar tantas como podamos.

Cuando la posición de un cuerpo en medio de la  terapia se  hace  congruente con la posición corporal durante un trauma en la infancia, un número de  células nerviosas en la zona periférica y en el SNC lanza la misma configuración que ocurre durante  en el evento infantil. Esta clave electrónica  coloca el  cerrojo y la terapia adelanta.

La creación de congruencias son métodos para mandar a llamar al inconsciente. Por lo tanto, deseo incluir, en este  grupo de técnicas,  un  cuarto  método de penetración en las  defensas.

No obstante, el mismo tipo de congruencia, es,  sin embargo, una gran intervención física específica que da lugar a una re-experiencia de la  infancia.

Congruencia IV

Al mandar a buscar  el material  que hay en el inconsciente,  crear  terapia regresiva del  Nivel Cuatro.

El  Método de la Intensificación Física

Este método de romper las defensas incluye el uso del tacto para intensificar el dolor físico de los síntomas que hay en el cuerpo. Anteriormente, en el Nivel Tres, hablamos, como lo señaló Gendlin, de dar  golpecitos difusos, sutiles en  un estado corporal interior. Esta vez,  nos estamos refiriendo a una técnica relacionada con un tipo de síntoma corporal más discreto, focal e intenso cuyo enfoque  es diferente.  Podemos hacer esto con cualquier dolor físico generado por vía psicológica.

 Por ejemplo, un  hombre  yace  acostado lejos de  mí en la semi oscuridad de mi consulta. En esta ocasión, está libre de  todo tipo de sensaciones, excepto un leve dolor  en la parte superior de su abdomen. La exploración interior ha cesado porque no hay  suficiente intensidad para seguir adelante. Lo que siente en el abdomen es producido por el recuerdo de algún conflicto escondido.

Coloco entonces mis dedos exactamente en la zona dolorosa, pero si la colocación de mis dedos no es exacta, nada ocurrirá: el pasado se mantendrá  escondido. Por lo tanto, le pido al paciente guíe mis dedos y su sensación interior le dirá el  lugar preciso.

En ese momento, empiezo a presionar, intensificando el dolor. Tengo  cuidado  de no presionar muy  fuerte para no causarle daño en lo que  pudiera ser una  úlcera duodenal. Le digo al paciente que es crucial que no piense en nada, sino que deje que llegue a él lo que el cuerpo le pida  sentir. De  este  modo, al estar  fuera de sí, el paciente no volverá a  conectarse con los Niveles Dos o Tres. Por  consiguiente,  la fuerza del insight no se  diluirá.

En la medida en que con mis dedos hago aumentar el dolor, la capacidad del síntoma de mantener y unir las fuerzas de la represión se  suelta. El  síntoma es, como diríamos, abrumador y el paciente empieza a sollozar, lo que significa  que ya está en el pasado, reviviendo la muerte de su padre cuando él  contaba con  nueve años,  y  experimentando  una pena profunda que no se le permitió experimentar porque tenía  que ser  fuerte por su  mamá y  hermanitos menores. Ahora, por  primera  vez en  veinte años, su estomago se relaja,  llora la muerte de su padre, y su úlcera, anteriormente tratada con medicamentos, empieza a curarse  finalmente.

Las congruencias están un tanto escondidas en este último método. La colocación de los dedos debe ser  exactamente  congruente con la ubicación del dolor. La presión ejercida debe crear e intensificar el dolor que se siente y la misma debe ser congruente con el dolor. De hecho, a medida que el dolor aumenta, si se realizó un  buen trabajo, el paciente dejará de sentir la presión de los dedos del terapeuta. Sentirá solamente la sensación del dolor original creciendo, a tal punto que ya el dolor no podrá mantenerse atado y escondido en el recuerdo. Puede que tal dolor del estómago no se haya  presentado nunca en la infancia del paciente.

En resumen, experimentar esas sensaciones, crear sus sonidos y palabras exactos, colocar el cuerpo en la posición del trauma original y tocar exactamente allí donde duele, todo eso no es más que una serie de  congruencias.

Con el uso de estas técnicas se evidencia que el eje  mente/cuerpo  es un  cierre combinatorio. Cada técnica que logra un añadido nivel de congruencia es otro número correcto en la combinación. Finalmente, cuando todos los factores se alinean, los mecanismos mentales de defensa cambian y reaparece la infancia. Yo llamo este fenómeno CONGRUENCIA CONCIENTE-INCONSCIENTE.

En un medio terapéutico informado y humanitario, se debe permitir que el  fenómeno alcance su meta que es la de la re-experimentación. Esta re-experimentación, que a veces se repite durante la terapia, es una  necesidad, si  se integra  a un  trauma profundo.

Existe el peligro de que  los pacientes se conviertan en adictos a pasadas experiencias dolorosas, cálidas y autocompasivas. Por extraño que parezca, re-experimentar un dolor anterior tiene una calidez y una verdad que lleva a algunos pacientes a una re-experimentación repetitiva interminable. El evitar esta adicción es otro problema para los terapeutas profundos.

Si, como dijo Freud, los sueños son un camino real hacia el inconsciente, entonces las técnicas de la CONGRUENCIA CONCIENTE-INCONSCIENTE son  el elevador expreso

   
 
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